Despierta

Domingo, día raro, pocas ganas de hacer cosas, nose que pasa últimamente pero es lo que hay.
Anoche pudimos vernos por cam aunque sea, las ganas de estar juntos eran mas que cualquier otra cosa, pero pobre estaba muerto de cansancio después de un largo día de facultad.
Cuando los recuerdos nos atacan desprevenidos es mucho mas doloroso seguir adelante, porque es como si los pies se encargaran de plantar allí sus raíces y nos es difícil volver al presente.
Cierro los ojos y ahí me encuentro, casi 9 años atrás cuando era feliz, enamorada dejando todo por él; imagino que habría sido de mi vida si hubiera seguido tomada de su mano... de seguro no estaría donde hoy, por como era el jamás me hubiera dejado crecer y desarrollarme en mi profesión.
Caigo en la realidad, me encuentro en el sillón que me tiene como aliada; decido cambiarme y salir, tanto encierro no está haciendome bien.
Buenos Aires amaneció gris y muy fría, las calles están desiertas, apenas algún que otro loco asoma al llegar a la esquina.
Podría caminar sin rumbo, llorar como lo hice anoche o bien correr a ver a mi bomboncito, ¿alguien puede saber cual fue mi decisión?
Corrí calles abajo buscando algún colectivo que me llevara con el, pero al no tener éxito la llegada de un taxi pudo salvar mi alma y llevarla donde deseaba estar.
Llegué a su puerta, tendrían que haber visto la expresión de su rostro cuando me vio ahí, lo extrañaba tanto como no podían imaginarse y esto de poder pasar todo el día con el me tenía muy entusiasmada.
Ni bien me vió se le iluminaron los ojos y una enorme sonrisa ocupó toda su carita, solo quería estar con el, así que me puse a organizar un gran momento a su lado, cuidándolo, mimándolo, mirándolo sonreir, observando su seriedad... Solo lo oí decir entre un suspiro ronroneante un: "Gracias Hermosa por la Sorpresa, me hacías mucha falta"
El mundo se tiñó de un rojo intenso, porque el amor estaba entre nosotros, quería besarlo y que me abrace... el resto ya no importaba.